El título de esta nueva entrada es, más o menos, una buena descripción sobre mi estado actual. Así que, hoy sí, he decidido volver a escribir algo para vosotros, y también para mí. Como no he leído nada ni he tenido tiempo para ver ninguna película, os voy a hacer otro tipo de recomendación.
Así que hoy me gustaría hablaros un poco de Black Mirror, ya que el otro día pude verla y me causó un gran impacto. Se me hace muy raro que la primera serie de la que hablo aquí sea esta, cuando soy y he sido adicta a muchas otras, que han formado parte de mi vida desde hace muchos años, pero de verdad que Black Mirror consiguió lo imposible: dejarme sin habla.
He de reconocer que hace unos meses alguien cercano a mí (la verdad, no recuerdo quien) me recomendó la serie y me dijo que era muy, muy buena. Yo llevo una temporada intentando desconectar un poco de estar siempre pendiente de ver las series y no caer en leer los millones de spoilers que a menudo se ven en Internet. Así que hice caso omiso y, aunque recordé su nombre, no le presté demasiada atención. Pensé que sería una serie más; sí, buena, entretenida y con una gran historia, pero al fin y al cabo, nada más que otra serie.
Pero llegó el lunes y Twitter era un hervidero de comentarios y recomendaciones de la serie, que se estrenaba en Cuatro. Así que decidí que tenía que echarle un ojo. Y en qué momento.
Primero, porque no es una serie al uso. Normalmente vemos series para evadirnos y entretenernos, y aunque esta serie también lo hace, verla implica una profunda reflexión acerca de los tics de la sociedad actual. Y eso es lo que más me gusta de la serie: es provocadora e irreverente, sin miedo a meterse en camisa de once varas.
Supongo que muchos de los que me leéis ya habéis visto la serie, o en todo caso habéis visto los tres capítulos que echaron en Cuatro. Casi todo el mundo se quedó con el primer capítulo y el caso del cerdo, y más en la anécdota que en otra cosa, pero hay que ir más allá y ver todas las lecturas que la serie nos ofrece. En este sentido, me gustó más el tercer capítulo que se emitió en Cuatro, que leí que en realidad era el segundo de la serie. La serie mete el dedo en la llaga en cuestiones como la evolución tecnológica y en cómo afecta esto al desarrollo del ser humano, sobre todo en lo referente a redes sociales, shows televisivos, cambios en nuestro aspecto y modo de vida... y en cómo lo importante es llegar al éxito, no importa cómo ni por qué, pero llegando a él. Aunque el éxito sea llegar a ser una estrella porno.
Me gusta la crítica hacia el pensamiento único o, directamente, el no pensamiento; la mirada hacia una evolución humana que elimina sentimientos propios de nuestra especie y nos va convirtiendo poco a poco en una especie de máquinas. También creo que hay que destacar la crítica a una tecnología que suple características básicas del ser humano, en este caso la memoria, tema del capítulo del que no os he hablado. Me encantó la frase de uno de los personajes diciendo poco menos que su memoria normal (refiriéndome con "normal" a la memoria que todos tenemos) tenía una capacidad muy baja, cuando vemos que es por la sustitución de esta por un aparato electrónico que se le implanta a la persona. Esto último es otro toque de atención al espectador, una pequeña advertencia para lo que puede pasar en un futuro que no nos debe parecer tan lejano.
Esto es lo que hace especial a esta serie. Y ojo, no quiero quitarle mérito a las series tradicionales, solamente faltaría, pero creo que nos hacen falta este tipo de productos, que nos recuerden que no somos androides, sino personas de carne y hueso.
Como el formato de la serie es muy cómodo, ya que está realizada en capítulos independientes unos de otros en sus tramas, os animo a que miréis los tres primeros que pusieron en Cuatro (lo tenéis facilísimo para verlos en su propia web). No sé si os gustarán o no, pero estoy segura de que no os dejarán indeferente. Y si os hacen pensar un poco sobre nuestra propia existencia, mejor que mejor. Nos leemos.
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