viernes, 14 de septiembre de 2012

Sabor a chocolate

Lo primero que tengo que hacer es pediros disculpas por haber tardado tanto en publicar la entrada prometida. Tenía pensado ponerme a escribir antes, pero me he puesto a ver Gigante y no tenía ni la menor idea de que era tan larga. Aunque he de decir que me ha gustado mucho y quizá le dedique un post, también he de reconocer que al final ya estaba deseando que la película terminara de una vez.

Para continuar, debo decir que, ¡oh, sorpresa!, todavía no ha llegado el cargador, así que sigo dependiendo de este ordenador. Como comprenderéis, mi paciencia está muy mermada, aunque me han dicho que me enviaron el paquete el día tres de este mismo mes, pero es que este jueves ha sido día trece. En fin, espero que me llegue mañana y poder llevármelo al piso de estudiantes, ya que tampoco quiero dejar a mi padre (sí, señores, este ordenador es de mi padre) sin ordenador durante cuatro días. Deseadme suerte.

Y bueno, ahora sí, voy a comentar el libro que tanto me entusiasmó ayer y del que publiqué una enigmática entrada, para que estuvierais atentos a este post. Creo que ayer reflejé bastante bien la euforia que sentía al leer un libro tan absolutamente brillante y recomendable como este, así que espero que si os gusta leer y tenéis acceso a una copia, le dediquéis unas horas. Sería un gran triunfo para mí, más que que me leáis todos los días. Y eso para mí es mucho decir.

El libro en cuestión se titula Sabor a chocolate, y está escrito por José Carlos Carmona. Pertenece a esa serie de libros que me dejó mi tía hace un mes, y la verdad es que hasta ayer me había pasado bastante desapercibido. Pero ayer por la noche quise leer algo y me acerqué a él, no sin antes dejarme tentar por un Auster que, finalmente, se quedó de nuevo en mi librería, esperando su turno. Para ser sincera, del libro me llamaron la atención principalmente dos cosas, las dos bastante vanas: el título, y sobre todo, la palabra chocolate (soy una glotona), y los colores que tiene en portada y contraportada, un tono chocolate (vale, es muy obvio ;-)) y otro que yo califico de naranja suave, en contraste con el tono anteriormente descrito. Después seguí mi tradición,  leí la contraportada y abrí el libro por una página al azar y estudié la estructura de la obra. Y esto último fue determinante, ya que como os comenté ayer el libro está compuesto de capítulos muy breves, de alrededor de una página de media, y yo estaba buscando algo que no fuera muy denso.

No os miento si os digo que empecé a leerlo y ya no pude parar. Desde la primera página, la historia te va enganchando irremediablemente, tanto por ella misma como por cómo está narrada. Es prosa, sí, pero tiene un lirismo y está tan bien escrita que las palabras suenan de una manera maravillosa.

La historia principal es una historia de amor, pero no una simple historia de amor. Tras ello, conocemos la historia de las dos familias, fundidas finalmente en una, cuyos miembros van sufriendo distintos avatares a lo largo del siglo XX. Los dos protagonistas viven una historia de amor que se ve truncada desde un principio, y que también se trunca al final, como si fuera un círculo que solo podía conducir a tal destino. Entremedias conocemos otras historias de amor, la tristeza de un padre alejado de su hija y el dolor por la ausencia que padecen varios personajes. También hay vida, alegría y esperanza, pero aparece además la muerte, y en sus maneras más crueles e inesperadas. Por si esto fuera poco, casi en cada capítulo encontramos alguna referencia histórica, que nos ayuda a situarnos en el contexto y con las que a veces los propios personajes interactúan, participando en algunos de los más importantes eventos del siglo.

Sabor a chocolate tiene el poder de conmover al lector, que enseguida siente apego por sus personajes y se siente cómplice de sus andanzas e inquietudes; además, no tiene miedo a ahondar en el dolor, aunque sin darle tampoco una importancia exagerada. La muerte convive con la vida, al igual que los sueños cumplidos y los que terminan por no verse culminados. El dolor está ahí y es palpable, pero no se lleva por delante a la esperanza.

Como veis, hoy no estoy haciendo el pequeño resumen que acostumbro a realizar con cada libro o película que veo. He pensado que me gustaría que os acercarais al libro sin saber de qué va, más allá de lo que pone en la contraportada, al igual me ocurrió a mí. Quizá sea arriesgado por mi parte, pero creo que mi opinión acerca de la obra es tan buena que solo eso debería animaros. Sabéis que hay muchos libros que me gustan, pero seguro que notáis que este me ha llegado al corazón.

He intentado sacar una foto un poco decente para que veáis la portada, pero han salido todas horribles, menos la que os voy a poner, que solo muestra el título y el nombre del autor. La pongo porque al no ser un libro demasiado conocido quiero que veáis cómo es, por si lo queréis comprar. Yo siento mucho que el ejemplar no sea mío, ya que me encanta tener esos libros que me han parecido especiales. Quizá algún día me lo compre y pueda tenerlo en mi librería, en un lugar privilegiado, como merece.

Yo por mi parte os dejo la foto y os pido una vez más que le echéis un vistazo al libro, que además se lee muy rápido y es perfecto para ese domingo por la tarde en el que no tienes nada que  hacer y estás aburrido viendo en la televisión algo que no te interesa en absoluto. Espero que os guste y que si  alguien lo lee me diga qué le ha parecido. Deseo de todo corazón que os guste, de verdad. Para mí ha sido un descubrimiento. y por eso lo comparto con tanto entusiasmo como merece. Nos leemos.



PD: hay sorpresa en la última página, algo que a me sorprendió gratamente y que me maravilló. Digamos que no todo el libro es mera literatura. Y ya me callo que no quiero estropear el misterio, ya que poner esa frase justo al final me parece un golpe de efecto genial por parte del autor, y no seré yo quien lo rompa.

2 comentarios:

  1. Saludo a los lectores de Kenia. Soy el autor de "Sabor a chocolate" y he sido avisado por ella de esta entrada en su blog. Gracias a Kenia por su entusiasmo y gracias a todos los que vayáis a leer la novela inspirados por ella. Querida Kenia: no es por hacerme publicidad, pero para no dejar huérfana tu ansiedad de seguir leyendo en este estilo, quiero que sepas que después publiqué una historia con la misma técnica en un libro que -vaya, me sentí obligado- se llama "Sabor a canela" (Ed. Planeta). Y el pasado mes de febrero se publicó "Martino y Martina" (Ed. Planeta), con estilo parecido pero siempre ligeramente distinto. Gracias por tus horas de emoción en mi lectura. ¡Un saludo a todos!

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  2. ¡Muchísimas gracias por escribir en el blog!El entusiasmo no es más que el que se merece tu libro, es una maravilla y se merecía una entrada destacada aquí. No dudes que volveré a leer algo tuyo, seguro que estará a la altura de Sabor a chocolate. Espero que sigas escribiendo durante muchísimos años. Mucha suerte y gracias de nuevo.

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