Siempre digo que no soy crítico de nada, y en verdad no lo soy, pero tengo mi criterio y también me gusta defenderlo cuando creo que toca. Y hoy es uno de esos días en los que necesito hacerlo. Así que voy a aprovechar este pequeño espacio propio para opinar sobre este tema.
Como todos sabréis a esta hora, el ganador del Nobel de Literatura de este año ha sido Mo Yan, un escritor chino al que yo particularmente no conocía, aunque sí me suena una película basada en una de sus obras. Así que hasta aquí no puedo criticar nada, porque seguramente sea un gran escritor y uno de tantos merecedores del premio. Solo queda felicitarlo.
Lo que no me parece tan bien es esa manía que hay últimamente de que hay que darle premios a gente que hace algo más que escribir, practicar deporte, etc. Me explico: aunque por lo visto no es el caso de Mo Yan, últimamente percibo que para que a alguien le den un premio tienen que darse, además del talento natural, una serie de circunstancias que lo justifiquen (por decirlo de alguna manera) totalmente. Si eres un exiliado, un disidente, etc., tienes más probabilidades de ganar un premio importante. Algunos pensaréis que suena raro, pero esto ocurre realmente, y ha pasado en varias ocasiones. A mí particularmente me parece estupendo que la gente luche por sus ideas, y con más mérito si lo hacen en una dictadura, pero no veo lógico que esto suponga un aliciente a la hora de decidir quién debe ganar un premio de una disciplina determinada. No creo que influya para nada en el talento la vida que haya llevado el artista en cuestión.
Otro de los grandes argumentos a la hora de que le den un galardón a alguien es que sea una persona solidaria. Mostrar su apoyo por una causa determinada, aparecer en actos relacionados con ella o tener una fundación son claves para que la candidatura sea más sólida. Y aquí voy a poner algún ejemplo para ilustrarlo, aunque poco tenga que ver con la literatura. En los Premios Príncipe de Asturias, que también poseen un aura de prestigio muy importante, se suele premiar a aquellos que, además de triunfar en su campo, tienen algún tipo de fundación o desempeñan algún papel solidario destacado, algo que podemos ver por ejemplo en el área de deportes. ¿Qué tiene que ver esto con el talento? Nada, pero queda bonito. En cualquier caso, habría que ver cómo funcionan muchas de esas fundaciones y si realmente la solidaridad que practican estas personas es totalmente limpia, desinteresada y fuera de toda duda. No olvidemos los beneficios fiscales que conlleva tener una fundación o realizar donaciones a causas benéficas. No quiero restarle mérito a las personas que deciden llevar a cabo una labor social importante, pero también creo que tenemos que contemplar los beneficios que esto reporta.
Y si hablamos de los Príncipe de Asturias, tenemos que hablar de la evidente tendencia a otorgarle premios, sobre todo deportivos, a españoles. Aquí hay casos flagrantes de premiados que, haciendo menos méritos que otras personas, se han llevado el premio en cuestión. A mí personalmente se me vienen dos casos clarísimos a la cabeza. El primero de ellos es el premio que se llevó Fernando Alonso en el año 2005, cuando Michael Schumacher ya era el piloto más laureado de la Fórmula 1. Es cierto que al menos luego tuvieron la coherencia de darle el premio a Schumacher, dos años después, pero sigue siendo injusto que el piloto asturiano obtuviera el galardón antes que el alemán. Mirando los datos de los premiados, también he visto que Arantxa Sánchez Vicario fue premiada un año antes que Steffi Graf, en otro claro resbalón del jurado. Siguiendo con el tenis, creo que no hay que olvidar el caso de Rafa Nadal, que recibió el premio en 2008, cuando le ha tocado competir con Roger Federer, que es para muchos el mejor tenista de la Historia, y quien, por cierto, todavía no ha recibido el premio. Ojo: no estoy dudando del talento de ninguno de estos deportistas españoles, ya que los tres son dignos de admiración, y aunque por edad con Arantxa no tanto, con Fernando y con Rafa he disfrutado muchísimo viéndolos ganar cosas impensables para los deportistas españoles, pero no creo que eso les de un mérito extra para recibir un premio tan prestigioso y que se vanagloria de ser internacional antes que deportistas que claramente superan sus palmareses.
Sé que algunos pensaréis que escribo esto porque aún me dura la pataleta porque el premiado con el Nobel no haya sido Murakami, del que soy fan confesa. Es cierto que algo de esto hay, porque además soy consciente de que para el año lo tiene muy difícil, ya que considero improbable que den dos premios de estas características a dos asiáticos consecutivamente, pero también creo que hay una realidad que está ahí y que todo el mundo puede ver. Y eso que me he ceñido a premios importantes, porque si viéramos cómo se compran ciertos premios musicales o cinematográficos estoy segura de que nos parecería asombroso e injusto.
En fin, gracias por leerme y gracias también por vuestras opiniones, que siempre son bien recibidas, sean próximas a la mía o distintas, que para eso todos somos diferentes. Nos leemos.
Y si hablamos de los Príncipe de Asturias, tenemos que hablar de la evidente tendencia a otorgarle premios, sobre todo deportivos, a españoles. Aquí hay casos flagrantes de premiados que, haciendo menos méritos que otras personas, se han llevado el premio en cuestión. A mí personalmente se me vienen dos casos clarísimos a la cabeza. El primero de ellos es el premio que se llevó Fernando Alonso en el año 2005, cuando Michael Schumacher ya era el piloto más laureado de la Fórmula 1. Es cierto que al menos luego tuvieron la coherencia de darle el premio a Schumacher, dos años después, pero sigue siendo injusto que el piloto asturiano obtuviera el galardón antes que el alemán. Mirando los datos de los premiados, también he visto que Arantxa Sánchez Vicario fue premiada un año antes que Steffi Graf, en otro claro resbalón del jurado. Siguiendo con el tenis, creo que no hay que olvidar el caso de Rafa Nadal, que recibió el premio en 2008, cuando le ha tocado competir con Roger Federer, que es para muchos el mejor tenista de la Historia, y quien, por cierto, todavía no ha recibido el premio. Ojo: no estoy dudando del talento de ninguno de estos deportistas españoles, ya que los tres son dignos de admiración, y aunque por edad con Arantxa no tanto, con Fernando y con Rafa he disfrutado muchísimo viéndolos ganar cosas impensables para los deportistas españoles, pero no creo que eso les de un mérito extra para recibir un premio tan prestigioso y que se vanagloria de ser internacional antes que deportistas que claramente superan sus palmareses.
Sé que algunos pensaréis que escribo esto porque aún me dura la pataleta porque el premiado con el Nobel no haya sido Murakami, del que soy fan confesa. Es cierto que algo de esto hay, porque además soy consciente de que para el año lo tiene muy difícil, ya que considero improbable que den dos premios de estas características a dos asiáticos consecutivamente, pero también creo que hay una realidad que está ahí y que todo el mundo puede ver. Y eso que me he ceñido a premios importantes, porque si viéramos cómo se compran ciertos premios musicales o cinematográficos estoy segura de que nos parecería asombroso e injusto.
En fin, gracias por leerme y gracias también por vuestras opiniones, que siempre son bien recibidas, sean próximas a la mía o distintas, que para eso todos somos diferentes. Nos leemos.
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