miércoles, 22 de octubre de 2014

Perdida

Hola a todos, ¿cómo estáis? Antes de comenzar a hablar sobre la película Perdida, quería dar las gracias a quienes habéis decidido seguir este blog a través del correo electrónico, ya que he visto que desde que está permitido apuntarse mediante correo están llegando muchas visitas. Siento no haber activado antes esta opción, pero ya sabéis que no tengo mucha maña y a veces me pierdo entre tantas opciones.  De nuevo, gracias a todos. 

Como acabo de decir, os voy a hablar de Perdida, una película que lleva casi dos semanas en cartelera, y que yo vi el lunes de la semana pasada. Al contrario de otras ocasiones, en las que llevaba meses deseando ver una película en concreto gracias a lo que iba leyendo en los medios, como me pasó con La isla mínima, esta vez lo que me empujó al cine fue ver el trailer una y otra vez, ya que siempre que iba al cine lo echaban antes de comenzar la película que iba a ver ese día. De hecho, más que el trailer en cuestión quería saber cómo terminaba el thriller, y quién era el causante de la desaparición de la protagonista, circunstancia que da nombre a la cinta. 

Perdida esta basada en una controvertida novela que ha tenido un gran éxito de ventas. Aunque no la he leído, he utilizado el adjetivo controvertida por las desiguales críticas que ha recibido, ya que lo que para unos es una resolución perfecta para otros es una final tonto y que carece de sentido. Como siempre digo, para gustos colores, y en este caso tampoco me puedo mojar, porque no sé si la película es completamente fiel a la novela. 

Uno de los atractivos de Perdida es, sin duda, su director, David Fincher, que siempre garantiza un buen trabajo, que no deja indiferente a nadie. La película está protagonizada por Ben Affleck y Rosamund Pike, que dan vida a la pareja principal, y en ella participan secundarios tan brillantes como Neil Patrick Harris, al que la mayoría conoceréis por haber dado vida a Barney en Cómo conocí a vuestra madre

El título no deja demasiado a la imaginación, ya que desvela el argumento de la película. Nick y Amy son un matrimonio que está a punto de cumplir cinco años de casados. Justo el día del aniversario de bodas, Amy desaparece sin dejar rastro, dejando a Nick aparentemente triste y desorientado, aunque a la vez él se muestra realista sobre la compleja situación por la que pasaba su unión. La aparición de una serie de supuestas pruebas que le inculpan le llevarán a ser el principal sospechoso, algo que él negará, a pesar de verse cada vez más señalado por los medios de comunicación, la familia de su esposa y la sociedad en general. 

La primera vez que vi el trailer, me interesó la película tanto por la historia que contaba como por el director, pero tenía mis dudas por el reparto. Bueno, rectifico: el reparto en sí no me daba tanto miedo como el protagonista, Ben Affleck, que como sabéis no es mi actor favorito, porque no es más malo porque no entrena no es precisamente expresivo y pone la misma cara ante cualquier situación. Sin embargo, y para mi sorpresa, he de reconocer que es perfecto para este personaje, ya que al jugar un papel ambiguo de culpable-inocente deja que la incógnita sobre su responsabilidad en la desaparición de su mujer esté muy presente durante toda la película. 

Otro de los puntos fuertes de esta película es Rosamund Pike, que es capaz de dar vida a un personaje muy complicado, con muchísimas aristas y caras. No se puede decir gran cosa sin meter la pata, pero me ha sorprendido gratamente su actuación, ya que no lo tenía fácil para resultar creíble y, sin embargo, lo logra con creces, demostrando mucho talento y una increíble capacidad para cambiar de registro. Sus expresivos ojos te van desconcertando durante toda la película, y más cuando ya sabes lo que ha pasado con su personaje. 

Perdida es un thriller, y como tal cumple su función de crear un gran misterio sobre la historia que nos presenta. Podríamos decir que hay dos partes en esta película: la primera, en la que se plantea la historia y se ven la desaparición y los días posteriores a esta, y la segunda, que nace a partir del giro que da la historia cuando se desvela quién es el culpable de la desaparición de Amy. El mérito de la película consiste en no perder interés al desvelar el misterio principal, sino que al contrario, este crece una vez que nos enteramos de lo que ha pasado. El mérito es del guion y de la historia en general, pero creo que con otro director la segunda parte habría podido ser mucho peor; sin embargo, Fincher logra que esa segunda parte se vuelva todavía más interesante que la primera, añadiendo nuevos elementos como un sutil e interesante humor negro que provocó algunas risas en la sala.

Es muy difícil comentar este tipo de películas sin desvelar nada importante, pero lo que sí os puedo decir es que es una de las mejores opciones que hay ahora mismo en cartelera. Aprovechad para verla este fin de semana, y si no, ya sabéis que los próximos lunes, martes y miércoles vuelve la Fiesta del Cine. Yo ya he elegido película para esas fechas, ¿y vosotros? Un saludo.




*Cartel: http://www.filmaffinity.com/.

lunes, 13 de octubre de 2014

Boyhood

¿Qué tal, pequeños desconfiados? ¿Ya pensabais que me había olvidado de comentar Boyhood? Vale, me he retrasado un poco, pero entre que el curso ya está en marcha y que he pillado un resfriado que me da un dolor de cabeza y un cansancio increíbles, no he tenido tiempo de publicar antes esta reseña. He llegado un poco tarde, porque algunos cines ya han dejado de tener esta película en cartelera, pero también es verdad que muchas salas hacen promociones que permiten ver películas que han estado recientemente disponibles a precios reducidos, así que a lo mejor hasta tenéis suerte y podéis ahorrar un poquito. Aunque, sinceramente, ya os digo que esta no es una película que os deje con la sensación de haber tirado el dinero, sensación a la que todos los cinéfilos tenemos pánico. 

La primera vez que leí algo sobre esta película me olvidé de su título, de los actores que participaban en ella y de todo en general, salvo del detalle que la hace única: ser grabada a lo largo de doce años reales, es decir, desde 2002 hasta 2013. Creo que esa es la característica más llamativa de la película, puesto que la historia nos enseña la evolución real de los actores que dan vida a los distintos personajes, más notable por supuesto en aquellos más jóvenes, como sucede con el protagonista, Ellar Coltrane. Esto es algo tan atípico que por si solo resulta interesante, pero tampoco debemos dejar de prestar atención a la historia que nos ofrece una película que, además de buena, tiene algo que no todas tienen: alma, ángel... en fin, llamadle como queráis.

Buena parte de la culpa de que la película sea tal y como es es de sus actores, que hacen unas interpretaciones de lo más creíbles para retratar a una familia que podría ser tan real como cualquiera que conozcáis. De hecho, si por algo destaca la historia es por ser bastante realista, con varios toques dramáticos pero también con situaciones más divertidas. Como veis, el trabajo del creador y director de la película, Richard Linklater, no puede ser más equilibrado. 

Como protagonistas tenemos a Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Lorelei Linklater y Ethan Hawke, miembros de la familia retratada en esta película. Se supone que la historia está más centrada en el niño, Mason, pero realmente hay un recorrido por toda su historia familiar, enfocado especialmente en sus padres, que se separan e inician vidas muy dispares, y también en su hermana, una niña muy despierta que se convertirá en una adolescente rebelde. 

Dicho de este modo, quizás el argumento no sea muy atrayente, porque parece otro drama familiar norteamericano. Sin embargo, creo que el modo de presentar a la familia es bastante diferente, sin mostrar una familia absolutamente feliz con un pequeño enredo, sino que nos enseña una realidad familiar compleja, como la que existe en tantos y tantos hogares, que va mutando a lo largo de los años y en la que los chicos van atravesando esos complejos cambios que a veces resultan todavía más difíciles. 

Lo cierto es que yo tenía ganas de verla por la atención que le dieron las principales webs y revistas sobre cine, y por la originalidad de utilizar a los mismos actores durante tantos años. Sin embargo, una vez dentro de la sala se me olvidó esta anécdota, que al final, por muy original que sea, se queda en eso. Lo primero que aparece en la película es una canción, pero no una canción cualquiera, sino Yellow, de Coldplay. Como os podréis imaginar, para mí ese ya fue un golpe de efecto genial, y al menos en mi cine no fui la única, porque detrás se escuchó un "guau" bastante significativo. Lógicamente, esto también es bastante anecdótico salvo para fans, aunque me pareció un puntazo empezar una película que comenzó a rodarse en 2002 con una canción que fue un exitazo un par de años antes. Otro momento musical destacado es uno mucho más simpático, protagonizado por la hermana de Mason, en el que canta un tema famosísimo de los primeros 2000 (y ahí lo dejo, que no os quiero estropear esa escena tan cómica; eso sí, debo decir que a los que seáis de mi edad os traerá muchísimos recuerdos, y seguro que muchas niñas de aquella época os sentiréis identificadas con Samantha).

Y es que la película se convierte en una gran pieza sentimental para aquellos que tenemos una edad similar a la de Mason o a la de su hermana, y en una obra de interés para los demás. Los coetáneos de Mason y Samantha vemos elementos de nuestra niñez y adolescencia que nos traen buenos recuerdos, y que nos hacen identificarnos mucho con ellos, demostrando que a pesar de la distancia geográfica la globalización ha unificado muchísimo nuestros gustos y aficiones. Para los que son más mayores, el interés puede estar en ver cómo han cambiado las cosas en los últimos años, especialmente en la tecnología, algo que la película muestra de una manera clara en algunas escenas. Este último punto me parece muy interesante, ya que las cosas van tan rápido que a veces no echamos lo suficiente la vista atrás, y cuando se hace, como en este caso, es llamativo ver que en pocos años los ordenadores y los móviles, por poner solo un par de ejemplos, han cambiado tanto que apenas guardan parecido con aquellos que vemos en el comienzo de la película.

Claro que si por algo destaca Boyhood es por el modo en el que muestra cómo van evolucionando las relaciones entre los protagonistas, y muy especialmente la de los padres de Mason y Sam, que comienzan siendo una pareja en crisis para terminar siendo unos separados con una gran relación, pasando lógicamente por todos los estados intermedios. En este sentido, creo que la película es perfecta, porque nuevamente da una sensación de realismo innegable. Otro tipo de relaciones, como la de Mason con su primera novia o la de los dos hermanos adolescentes también están muy bien representadas en esta magnífica historia, llena de matices, como la vida misma.

Boyhood es una película que dura casi tres horas. De entrada, esto puede dar algo de miedo, pero sucede algo parecido a lo que pasa con La vida de Adèle: son dos películas tan entretenidas, y sobre todo, tan diferentes y únicas, que al final ni te das cuenta de que las horas van pasando. Si la película tiene un problema, desde luego no es su duración, porque al menos a mí no me pareció que sobrara nada de lo que nos cuenta Boyhood. Tampoco lo son sus actores, y si Patricia Arquette y Ethan Hawke están estupendos, no menos lo están los jóvenes protagonistas, especialmente Lorelei Linklater, que borda su papel de joven pasota y rebelde.

¿Qué es lo peor de la película? Es difícil decir algo malo, pero quizás lo que más echo en falta en Boyhood es más interacción de Mason con algún amigo íntimo. A ciertas edades todos hemos tenido al menos un amigo al que le hemos contado todo: nuestras preocupaciones, nuestros secretos, nuestros primeros pasos en el mundo de los adultos, etc. Sin embargo, en la película ese papel lo ocupa, en demasía para mi gusto, su padre. Vale, no dudo que mucha gente cuente todas sus cosas a su padre o a su madre, pero es complicado contar ciertas cosas a tus progenitores cuando tienes quince años. Quizá un amigo muy próximo hubiera servido para conocer más a Mason, especialmente cuando era adolescente, un momento de la vida en el que los pensamientos fluyen constantemente y necesitan ser expresados. Creo que está mucho mejor plasmada la adolescencia de Samantha que la de Mason, cuando el verdadero protagonista debería ser él, o al menos, eso se intuye
hasta en el cartel de la película.

Quitando esto, creo que Boyhood es una gran película. Cuando termina, y a pesar del abrupto final que en mi opinión tiene, sales del cine pensando en tu propia vida, y en lo universales que son ciertos sentimientos y sensaciones, especialmente, como acabo de decir, en la etapa adolescente. Salir de un cine con una sonrisa y haciendo una reflexión sobre uno mismo me parece una sensación maravillosa, así que no me digáis que no es una buena propuesta para esta semana. Si todavía no la habéis visto y aún tenéis la opción de verla en el cine, aprovechad esta semana y daros el gustazo de ver una película de la que, seguro, se seguirá hablando en los próximos meses. Un saludo para todos, nos leemos.




*Cartel: http://www.filmaffinity.com/.

viernes, 3 de octubre de 2014

La isla mínima

Hola a todos. Vale, que sí, que tenéis razón... hoy tocaba Boyhood, pero después de ver La isla mínima tenía tantas ganas de contaros cosas sobre ella que otra vez tocará esperar. Y es que no quería dejar pasar la oportunidad de hablaros de la que para mí es, sin duda, la película española del año. Sí, Ocho apellidos vascos y (supongo) Torrente serán las más taquilleras, El Niño también está teniendo mucho éxito entre el público, pero hoy hablamos de otra cosa: de cine en mayúsculas, de gran calidad, de actores impresionantes, de historias que te llegan y que te hacen salir del cine pensando y, sobre todo, con ganas de volver cuanto antes. Vamos, que hoy hablamos de una película que no debéis perderos.

El cine para mí está siendo terapéutico en estos días algo confusos y difíciles. Antes de ir al cine estaba desanimada y sin ganas de nada, tirada en la cama peleándome con el wifi de Jazztel (¡viva R!), pero en cuanto llegué al cine se me pasaron todos los males, incluido el dolor de cabeza. Últimamente estoy yendo mucho al cine por eso, porque me relaja, me hace pensar en otras cosas, me entretiene y me parece una de las mejores y más baratas experiencias que se pueden tener un día cualquiera y, encima, no necesitas ir con nadie; de hecho, yo prefiero ir sola.

También es cierto que esta vez tenía tantas ganas de ir porque llevo meses oyendo cosas positivas sobre La isla mínima, y encima me encanta Raúl Arévalo, así que no pude resistirme, y en cuanto tuve una tarde libre me planté en la sala a ver si la película era para tanto. Confieso que tenía la sensación de que la cinta me iba a decepcionar, porque cuando algo tiene fama de ser tan bueno a veces luego te llevas decepciones. Además, había leído comentarios que la comparaban con mi adorada True Detective, por las tramas y hasta por los paisajes. Vale, hay un toque, una reminiscencia de la brillante serie de HBO, pero os prometo que se queda en eso, en un grupo de detalles que a veces te llevan a la serie, pero nada más. Ni es una copia, ni las cosas se plantean y se resuelven igual: hay dos policías que utilizan métodos muy contrapuestos y que se llevan regular, un caso muy complicado por resolver y unos paisajes muy particulares. Ahora bien, ¿esto solo pasa en True Detective? Pues eso. 

La isla mínima tiene un reparto que, per se, invita a ir al cine de cabeza: Raúl Arévalo y Antonio de la Torre tienen todo el crédito del mundo, ya que papel que interpretan, papel que bordan, y encima Javier Gutiérrez hace una actuación impresionante, que le valió la Concha de Plata al Mejor Actor en San Sebastián. En realidad creo que Raúl Arévalo tampoco hubiera sido un premiado injusto, aunque reconozco que el papel de Javier Gutiérrez tiene más aristas y es más complejo en general, y él actúa con una solvencia incontestable. Y me vais a perdonar, pero encima es paisano, así que olé por él. 

El resto del reparto está también muy equilibrado, aunque me ha sorprendido para bien Jesús Castro, que daba vida al ya famoso Niño de la película del mismo nombre. A pesar de las tortas que muchos le han dado por la otra película, creo que nadie puede negar que en esta va cogiendo tablas. No, no se va a llevar un premio mañana mismo por ninguna actuación, pero tampoco parece que, si sigue actuando, vaya a ser el peor actor del mundo. Hay que tener un poco de paciencia con la gente que está empezando, de corazón os lo digo; todos, con el tiempo y con la experiencia, vamos mejorando en nuestros trabajos, y él hará lo mismo, como lo han hecho tantos y tantos actores, nacionales e internacionales, a lo largo del tiempo. Y no, no voy a poner el ejemplo de Matthew McConaughey... vale, acabo de hacerlo. 

Pero vayamos ya al meollo del asunto. ¿De qué va una película con un nombre tan extraño? Pues, básicamente y resumiendo mucho para no estropear nada importante, os diré que los protagonistas son dos policías de ideologías y caracteres antagónicos que deben resolver un caso muy inquietante y delicado en un lugar muy particular, en el que todos se conocen y, como es común en estos casos, todos intentan protegerse los unos a los otros. Sin embargo, los horribles crímenes que van saliendo a la luz y el trabajo incansable de estos dos agentes irán logrando romper vínculos y obtener pistas y confesiones que ayudarán a ir encajando las piezas del macabro puzzle que tienen que descifrar.

A lo mejor, esta breve descripción no os llama mucho la atención, porque películas con un argumento como este hay unas cuantas. ¿Qué es lo que me hace estar tan entusiasmada con La isla mínima? En primer lugar, como ya he comentado antes, las actuaciones, que son realmente buenas. Pero no solo de grandes actores vive una película, sino que se necesita un gran guión, una buena y cuidada fotografía, un correcto dominio de los tiempos en los que deben suceder los cambios, una buena ambientación que haga de la película un gran producto visual, etc. Y sí, todo eso y cualquier elemento indispensable en una buena película, está en esta gran cinta. Es adecuada hasta su duración, porque soy de la opinión de que un thriller no debe durar demasiado, salvo que haya alguna justificación convincente para ello, y esta película es bastante corta, porque no llega a las dos horas; eso sí, con los veinte minutos de anuncios que nos tragamos esta vez no se notó tanto. Pero bueno, me alegra que las marcas se anuncien en los cines, que eso es bueno para todos, y especialmente para los que disfrutamos del cine tanto como yo. 

¿Otra virtud de La isla mínima? Que el director sabe lo que quiere y se nota. Impresionante el trabajo de Alberto Rodríguez, que ha hecho una película mejor que muchas rodadas por directores mucho más experimentados y hasta prestigiosos. Habrá que estar atentos a lo que vaya rodando en un futuro, porque precisamente eso, futuro, es lo que le sobra. Otro de los méritos de la película es el de provocar muchas y distintas sensaciones en el espectador. Había mucha gente en la sala y en distintos momentos de la película se oían risas y onomatopeyas (de asco, de sorpresa, etc.), y también conjeturas sobre quién era el culpable de los hechos que aparecían ante nuestros ojos. Creo que el mejor consejo que os puedo dar es que os compréis unas palomitas y que las guardéis para los últimos veinte minutos, y así evitaréis morderos las uñas, que era lo que estaba (estábamos) haciendo el 97% de los espectadores en esos momentos. 

Cuando sales del cine, vas pensando en las pistas que has visto durante la película, dándole vueltas a esos pequeños detalles que a veces se nos escapan. Nada más maravilloso, después de haber visto un thriller, que salir pensando en cuáles fueron los datos clave que resolvieron la trama; esa es, sin duda, una señal de que la película te ha gustado. En mi caso, salí también muy impactada, porque soy un poco blanda y reconozco que la película es durilla en algunos momentos, con imágenes tremendas e historias nada agradables. Pero bueno, pensemos en que, en este caso, es todo puro teatro, o, más concretamente, puro cine.

Me desconcierta que no hayamos querido mandar este gran producto a la lucha por los Oscar a mejor película extranjera. No sé, quizás Vivir es fácil con los ojos cerrados sea fantástica (no, no la he visto, llevo meses diciendo que la quiero ver y nunca me acuerdo, lo reconozco), pero no sé hasta qué punto puede superar a esta historia tan digna, a este producto final tan bueno, tan increíble, que callaría muchas bocas, hasta las de los mayores críticos del cine español. Que esa es otra: qué gran película para un cine del que siempre se andan quejando algunos. Claro que en España se hacen malas películas, pero también se hacen trabajos tan brillantes como este. Lógicamente, el contenido de la película y la temática pueden valorarse de manera distinta según el gusto personal de cada uno, pero lo que es innegable es que esta es una buena película, de calidad, que refleja hasta el último céntimo que se han gastado en en ella. 

No sé qué vais a hacer este fin de semana, ni durante los próximos días, pero desde luego, si os apetece ir al cine y no tenéis muy claro qué película ver, esta es una excelente opción. No perdáis la oportunidad de ver un estupendo trabajo en la mejor pantalla en la que se puede ver: la grande. De verdad que no os arrepentiréis. Un abrazo, nos leemos. 




miércoles, 1 de octubre de 2014

Ultravioleta

Hola a todos, ¿cómo estáis? Tenía pensado escribir la entrada sobre Boyhood, pero estoy muy ocupada, este año va a ser un año intenso de estudio e investigación, y aunque estemos a 1 de octubre eso ya se va notando. En cualquier caso, tendréis vuestra entrada en breve, aunque hoy os escribo sobre todo para volver a agradecer el cariño que me enviáis. Cuando empecé a escribir aquí, pensaba que esto sería una chorrada, que escribiría para mí y para algún amiguete que descubriera el blog, pero lo que ni en sueños podía imaginar es lo que está sucediendo estos días. No sé cómo agradecer tantas muestras de cariño, estoy abrumada por los ánimos y las palabras bonitas que me escribís. Odio ser tan repetitiva, pero está claro que hay casos en los que hay que serlo, y este es uno de ellos. De corazón, gracias. 

Como no me da tiempo a hacer toda la crítica de Boyhood, aunque os recomiendo que vayáis al cine a verla, aprovechando que es miércoles y os ahorraréis un dinerillo, he pensado que podía dejaros aquí un corto que vi la semana pasada en la web de Antena 3. Este corto está dirigido por Paco Plaza y protagonizado por Maribel Verdú y Julián Villagrán, y lleva por nombre Ultravioleta; si os digo que lo ha producido Gas Natural Fenosa a alguno se os encenderá la luz (perdonad el chiste malo, pero era inevitable) del doble sentido del título, aunque la luz ultravioleta es una clave fundamental en esta historia. 

El corto en sí no es espectacular, más allá de contar con bastantes más medios que la mayoría de cortos que se hacen en nuestro país, pero solo por ver a la Verdú un rato vale la pena. A nivel técnico está muy bien hecho, y aunque tiene fallos como el algo previsible final, los nada ortodoxos métodos que usa esta supuesta restauradora y ese cuadro espantoso y con cero pinta de antiguo, creo que ganan los aciertos; ayuda también que en menos de diez minutos no te da tiempo a aburrirte o a crearte grandes expectativas sobre el final de la historia. 





En fin, espero que os guste, y si no, que me perdonéis el haberos hecho perder diez minutos en verlo. Realmente, el objetivo de esta entrada es que sepáis que os he leído a todos y que cada día estoy más contenta y motivada, y eso también es gracias a vuestras palabras. Sois increíbles. Os mando un abrazo muy cariñoso a todos, y ya sabéis, nos leemos.

jueves, 25 de septiembre de 2014

El Niño

Hola a todos. No tenía pensado escribir y publicar hoy esta entrada, hasta que me he acordado de la cuenta de correo del blog. No os voy a mentir, a veces me llegan correos de seguidores, incluso una vez me llegó un correo que me ponía a caer de un burro, pero normalmente lo que más llega es spam; es el riesgo de poner una dirección de correo electrónico a la vista de cualquiera, supongo. Sin embargo, hoy me he encontrado con cosas bien distintas. Gracias a los que sin conocerme nada más que por escribir aquí os interesáis por mí más que muchas personas que me conocen personalmente. Solo quiero dejar claro que estoy bien, que estoy disfrutando de mi nueva vida y que soy feliz con lo que hago, que por otra parte, no deja de ser lo que he querido hacer desde hace unos cuantos años. También quiero darle las gracias a una lectora que me ha preguntado cómo puede hacerse seguidora del blog. Hace un tiempo tenía la lista de seguidores activada, pero se ve que se había borrado sola y yo no me había dado cuenta. Ahora también he activado la posibilidad de inscribiros con vuestro correo electrónico, y al hacerlo recibiréis automáticamente las actualizaciones que vaya haciendo a partir de ahora. Kimberly, gracias de nuevo por haberte fijado y haberte tomado la molestia de enviarme un correo, yo nunca me habría dado cuenta de que no había posibilidad de hacerse seguidor. ¡Gracias y ojalá que te gusten las nuevas entradas!

Hoy os voy a hablar de la película de la que todo el mundo habla en España: El Niño. Ayer fui al cine y, aunque no tenía pensado ver esta película, que no me atraía en un principio, por culpa de los horarios terminé viéndola. Lo único que me atraía de la película era su director, Daniel Monzón, y uno de sus protagonistas, Luis Tosar, que tanto me hicieron disfrutar gracias a Celda 211, pero por lo demás, la película me parecía puro marketing: publicidad y reportajes a todas horas en Telecinco, hasta en sus informativos, un chico guapo y joven y un aire a la serie de moda de la temporada pasada, El Príncipe, son sus grandes reclamos. 

El Niño trata el espinoso tema del narcotráfico, presentándonos dos personajes, entre ellos el propio
Niño, que se van introduciendo en este oscuro mundo, sin saber a lo que realmente se están enfrentando. En el otro extremo nos encontramos con los policías que tienen que darles caza no solamente a ellos, sino también a los verdaderos capos, a los que llevan años persiguiendo. Dentro de este equipo de policías destacan Jesús y Eva, dos policías que viven con la misión de pillar con las manos en la masa a estos delincuentes. A esta trama se le unirá un romance, como no podía ser menos, que tendrá que superar muchas barreras. 

La elección del reparto es muy interesante, sobre todo gracias a Luis Tosar, que consigue que cualquier cosa en la que aparece rezume calidad, aunque también aparecen otros grandes actores, como Eduard Fernández, Sergi López o Bárbara Lennie. A Jesús Castro, que da vida al Niño, lo han puesto, como se dice coloquialmente, a caer de un burro. Me parece un actor sencillo, que desde luego no tiene mucho que hacer al lado de los nombres que acabo de mencionar, ni tampoco si lo comparamos con su compañero de correrías en la película, Jesús Carroza, que lo hace genial, pero que conste que tampoco me parece el peor actor de España, que no os voy a decir quién es para mi gusto, pero que creo que pudisteis deducirlo cuando hablé de la extraña Los amantes pasajeros. Está claro que le queda mucho por delante si quiere ser un actor de referencia, y que tiene que mejorar sobre todo su expresividad, pero no creo que sea tan nefasto como lo han pintado muchos. 

Pero vayamos a lo esencial, que es la película en sí. El Niño tiene cosas buenas, muy buenas incluso, pero desde luego no es oro todo lo que reluce. En la parte positiva, están los buenos actores que aparecen en ella, especialmente un Luis Tosar que no puede estar más convincente. Sé que siempre que hablo de él os digo lo mismo, pero es tan solvente haciendo cualquier personaje que decir otra cosa o pasar por alto sus méritos sería muy injusto. El resto de los actores también están muy bien, y quitando en parte al Niño todos muestran muchas aristas, algunas hasta sorprendentes; Eduard Fernández y Sergi López dan una lección de interpretación. Por tanto, estamos ante una película entretenida, que tiene buenas escenas de acción y una historia interesante detrás, lo cual no es poco. Mi aprobado, como película para comer palomitas y desconectar, lo tiene. 

Como decía, no todo es bueno, como es lógico. Los puntos flacos que le veo a esta película tan taquillera son varios. El primero, que la historia cae en tantos estereotipos que es fácil saber cómo va a acabar antes de entrar en el cine, ya que la idea previa que todos podemos tener antes de ver la película es más o menos la que vemos cuando nos sentamos en la butaca. Podrían haber sido más originales, buscar otro final, cambiar de alguna manera la historia, pero no han sabido o no han querido hacerlo. Otro tópico que para mí no funciona es el del Niño y su amigo antes de entrar en el mundo del narcotráfico, mostrándose como dos jóvenes inocentes que buscan ganar algo de dinero fácil, sin saber en dónde se están metiendo. El Niño será muy niño, pero no tiene cinco años como para no saber lo que hay en ese negocio, y mostrarle ingenuo es una manera de no hacerle responsable de sus actos. Pues señores, si eres responsable no delinques (salvo contadísimas excepciones), y menos a esa escala. Tampoco me entusiasma que haya tantas escenas de acción, aunque estén bien hechas, porque hacia el final creo que se abusa de ese tipo de escenas, perdiéndose un poco el hilo de la película, en el que la historia parece quedar como una mera excusa para hacer una película de acción. 

Me dejaré en el tintero mil defectos y  mil virtudes, pero creo que el resto deberíais juzgarlo vosotros mismos. Yo no me arrepiento de haber ido a ver esta película, creo que es decente y que está muy bien hecha en general. Eso sí, si tenéis que elegir, os recomendaría primero que vierais la preciosa Boyhood, película que también vi en el cine la pasada semana y que es simplemente espectacular. ¡Y merece ser vista en pantalla grande! Y sí, esa será la próxima entrada. Un abrazo, mil gracias por todo y ya sabéis, nos leemos. 




domingo, 21 de septiembre de 2014

Rentrée

Hola a todos. Estoy orgullosa de estar dando este paso de contaros las causas por las cuales este blog lleva más de un mes paralizado, porque durante las dos últimas semanas he sopesado si dar o no explicaciones. Aunque esto pueda parecer una tontería, sabéis que me cuesta mucho hablar de mí y de mis sentimientos, pero creo que sería cobarde daros una excusa barata o escribir un nuevo post sin decir esta boca es mía. 

Lo cierto es que este ha sido un verano agridulce. Por una parte, ha sido genial, porque he trabajado y he podido aprender mucho haciéndolo, además de dar el lógico paso hacia delante que supone enfrentarte en serio a algo para lo que te has estado preparando, pero siempre de manera teórica. Por la otra, he sufrido dos crisis graves. La primera os la conté en su día, cuando tuve que dejar de trabajar en la radio porque llegué al límite de mis fuerzas, con todas las consecuencias que eso me trajo para mi salud física y, sobre todo, emocional. Y la segunda ha sido, precisamente, la causante de este largo parón al que hoy pongo fin con estas palabras. Una vez más, he vuelto a caer en lo de siempre. ¿Qué es lo de siempre? La decepción, en este caso, decepciones. No quiero dar nombres, ni contar situaciones, porque de qué sirve hacerlo. Simplemente he sido víctima de lo que he hecho durante toda mi vida: dejarme llevar. Lo he dado todo por alguien que me la ha jugado, sí, y no me arrepiento. No me arrepiento porque he sido capaz de arriesgarme, de amar como nunca lo había hecho, de vivir algo que a pesar de todo, quedará para siempre en mí, como ejemplo de lo que pudo haber sido y no fue. Y sí, quiero ser valiente y decir que me siento utilizada, pero aún así no cambiaría ni una coma de lo que he hecho. PD: Si me lees, feliz cumpleaños y que te vaya bien en la vida. 

El segundo caso ha sido un abandono, pero de otro tipo. Y no, tampoco me arrepiento de haber estado ahí siempre para alguien en quien yo confiaba al máximo, a quien yo quería como a alguien de mi familia más próxima. Pero entiendo que todos tenemos derecho a tomar decisiones, que has abierto las alas y ahora, sin angustias ni ansiedades, ya no me necesitas. También te deseo que te vaya bien, y que seas muy feliz siempre. 

Por último, solo quiero dar las gracias a quienes habéis estado ahí en los últimos dos meses. Vosotros sabéis quienes sois, pero por una vez voy a dejarlo claro: Jonatan, Iván, Vero, Lydia, Inés, Ana. Gracias por dejarme daros la lata con mis penas. Os quiero. 

Este post estará colgado durante unos días, y lo más probable es que luego desaparezca. Esta decisión se corresponde a mi deseo de tener un blog centrado en cine, literatura y demás, y no en mi vida personal, la cual siempre he intentado tener cercada solamente para mí. Si he escrito esto es simplemente para que tengáis la explicación que os merecéis por seguir ahí, incluso cuando he tardado tanto en dar la cara. Os pido perdón, e intentaré ser más fuerte la próxima vez. 

Por último, deciros que he ido al cine a ver un par de películas, que muy probablemente protagonizarán las siguientes entradas de este blog que tanto me ha dado. Gracias a todos por tomaros la molestia de entrar a ver si había una nueva entrada publicada, significa mucho para mí que vosotros, que ni siquiera me conocéis, estéis ahí a las duras y a las maduras. Prometo que será recíproco. Un abrazo para todos. 

sábado, 9 de agosto de 2014

Utopia

Hola a todos, ¿cómo vais? Yo estoy más contenta, porque por fin Blogger me funciona y me ha permitido escribir y publicar esta entrada, que estaba deseando que viera la luz porque creo que os va a gustar mucho. Hoy os voy a hablar de una serie que me tiene alucinada y enganchada a más no poder. La descubrí hace menos de una semana y ya soy fan incondicional, porque esta es una serie distinta, arriesgada y, sobre todo, espectacular. Utopia es una miniserie británica de Channel 4, el mismo canal en el que se emite la no menos brillante Black Mirror, de cuyas primera y segunda temporada ya os he hablado. God save Channel 4. 

Huid mientras podáis, queridos 
La serie está llena de buenos actores, aunque supongo que no os serán muy familiares los nombres de Fiona O' Shaughnessy, Nathan Stewart-Jarrett, Paul Higgins, Neil Maskell o Adeel Akhtar. A alguno lo conoceréis por haber interpretado otros papeles, aunque yo solo conocía a la impactante Alexandra Roach, que podría derretir la Antártida con solo mirarla un segundo con esos ojazos y esa cara que tiene. Lo que importa, más allá de nombres, es que todos, absolutamente todos los actores que aparecen en esta serie, son impresionantes, hasta los más jóvenes (un Oliver Woollford que no tiene ni un atisbo de barba, por ejemplo, hace un trabajo increíble). 

Pero, lógicamente, los actores poco podrían hacer sin una historia buena detrás, y ahí el mérito se lo lleva Dennis Kelly, el creador de la serie. Imagino que a estas alturas estaréis deseando saber qué se esconde detrás de un título tan prometedor como Utopia. Lo cierto es que apenas os voy a desvelar nada, porque creo que es de esas historias que merece ser descubierta paso a paso, y mientras se ve, sin que nadie te haya contado nada sobre ella. Para poneros los dientes largos, diré que todo empieza en torno a un cómic, aunque esta es una gran mentira, porque todo había empezado antes de que el cómic existiera y saliera a la luz, convirtiéndose en un objeto de culto para varias personas que hablarán sobre él en un foro de Internet. A partir de ese intercambio de mensajes, los foreros se convertirán en blanco de extraños ataques por parte de un grupo llamado The Network, y no tendrán más remedio que huir, intentado descubrir qué hay más allá de esa novela gráfica que tanto les gustaba. 

Como no os puedo decir más sin fastidiaros detalles importantes de la serie, hablaré de lo que creo que tiene Utopia para ser tan buena. Sin embargo, antes de nada he de advertiros de que si sois de cerrar los ojos ante una imagen desagradable (sangre, vísceras y demás) quizás esta no sea vuestra serie. Si algo hay en Utopia son imágenes explícitas, así que si realmente sentís rechazo hacia este tipo de escenas, podéis ir olvidándoos de ella. Ya os comenté cuando hablé de Fargo que yo adopto una postura intermedia porque no soy extremadamente sensible a estas imágenes escabrosas, aunque reconozco que ha habido momentos en los que he dejado entreabierta la pantalla del ordenador, para no tener que ver lo que estaba pasando. 

Pero volvamos a las claves del éxito de Utopia. Ya he hablado de los actores, y como no quiero ser pesada solo diré que me quedo con tres. El primero de ellos es Neil Maskell, que borda un papel muy complicado, ya que su personaje, Arby o Pietre según el momento de la serie que estemos viendo, es un ser atormentado y diseñado para no sentir ni padecer, lo que lo convierte prácticamente en una especie de máquina de matar, aunque luego descubriremos que él también tiene sentimientos. El segundo es Paul Higgins, un alto funcionario que caerá en las redes de The Network, lo que le llevará a moverse en la delgada línea que separa el bien del mal, con todas las reflexiones y contradicciones que eso le hará sentir. Y terminando con esta lista, la tercera plaza estaría ocupada por Adeel Akhtar, que da vida al forero más controvertido, aunque en este caso tampoco os puedo desvelar el motivo por el que le pongo ese adjetivo; lo que os puedo decir es que para mí es el personaje que representa lo que es en realidad la serie: un equilibrio entre el bien, el mal y las contradicciones en las que se caen cuando se juega con un asunto tan turbio y complicado como el del eje central de Utopia

En mi opinión, otro punto fuerte de Utopia es que no hay buenos ni malos, solo personas normales y
Where is Jessica Hyde? 
corrientes, es decir, que se mueven por sus pasiones y pensamientos, y no siempre en este orden. No hay héroes que no metan nunca la pata, y pocos personajes viven haciendo el mal permanentemente. Eso le da un aura de realismo a los protagonistas, ya que no se cae en el estereotipo de buenos muy buenos y hasta tontos, tan habitual en otras ficciones. Que todos tengan sus puntos flacos es, para mí, una gran clave que explica el enganche que provoca Utopia, ya que nunca sabes si los personajes van a inclinarse hacia un lado o hacia otro. Otro de los factores más importantes es el cambio que experimentan los personajes, que pasan de ser personas normales y anónimas a estar perseguidos y vigilados. Sus reacciones ante su cambio de vida evolucionan, puesto que al principio de la huida no terminan de creerse lo que les está pasando, y parecen no querer cambiar su modo de pensar; más adelante, esos mismos personajes harán cosas que nunca pensaron hacer, ya que la situación les obliga a transformarse para poder sobrevivir a esta aventura.

Sin embargo, quizá lo más interesante de la serie es el debate que plantea. Y es que detrás de la huida hay algo muy importante, un proyecto que haría cambiar la Historia de la Humanidad para siempre, pero que necesita de un gran desastre para ser materializado. Ahí surge el enorme debate de Utopia, en el que todos los personajes participarán, teniendo, como no podía ser menos, opiniones muy diversas. Pensemos: ¿Algo que puede costar millones de vidas puede ser bueno y, sobre todo, legítimo? ¿Está bien perjudicar a buena parte de la población mundial para que los demás vivan mejor de lo que ahora lo hacen? Bueno, hay muchas más preguntas, pero esas ya os las haréis vosotros mismos mientras disfrutáis de esta magnífica serie. Nos leemos.