lunes, 10 de febrero de 2014

12 años de esclavitud

Hola a todos. Antes de empezar con la entrada de hoy, quería comentaros un par de cosas. La primera, que como veis estoy tardando un poquito en actualizar, en comparación con el ritmo que llevaba en enero y quizás en los últimos meses. Intento escribir cuando puedo, pero entre las clases, pasar apuntes, tomar un poco el aire y descansar unas horitas se me está haciendo un poco cuesta arriba ponerme a escribir una entrada del tirón. Es una pena, porque, y esta es la segunda cosa que os quería decir, he notado que últimamente os estáis animando mucho a dejar vuestros comentarios en un montón de entradas. ¡Me encanta que os estéis animando a escribir! Para mí los comentarios son muy importantes, porque me ayudan a ver qué es lo que más os interesa, qué inquietudes os han provocado las obras de las que hablo y qué gustos tenéis en general. Espero que al bajar un poco la frecuencia de publicación no os desaniméis y sigamos con esta buena racha. Yo intentaré ser disciplinada e ir compaginando todo como hasta ahora, tirando de momentos de ocio y horas de sueño. 

De momento hoy os voy a hablar de una de las películas que parten como favoritas en la próxima edición de los Oscar, y que no es otra que 12 años de esclavitud. Estoy segura de que habréis oído hablar de ella, porque la crítica la ha ensalzado hasta la saciedad, incluso críticos que no suelen ser demasiado magnánimos. Así que, aprovechando la promoción "Miércoles de cine" (ya sabéis, entradas a 3,90), decidí  ir a ver el que prometía ser poco menos que el peliculón de la década. 

12 años de esclavitud está dirigida por Steve McQueen y protagonizada por Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender y Lupita Nyong'o. Lo primero de lo que se nos informa en cuanto comienza la película es que esta está basada en un hecho real, algo que confieso me suele dar escalofríos, porque es una frase que me recuerda a esas películas de sobremesa de Antena 3 sobre niñas violadas, jóvenes que desaparecen sin dejar rastro tras haber sido asesinadas por algún profesor/vecino/familiar obsesionado con la chica en cuestión o quinceañeras acosadas por su cibernovio de 50 años. Obviamente, esta película no sigue esta tónica, y cuenta una historia terrible desde la calidad y no desde la mediocridad más absoluta.

Solomon Northup es un músico negro y hombre libre que es engañado para, tras haber sido drogado, ser vendido como esclavo. En los doce años que pasa bajo su nueva condición pasará por distintas fases anímicas y diferentes lugares de trabajo, siendo el último de todos el peor, por la dureza de su nuevo amo, un propietario de una enorme plantación de algodón en la que todos sus trabajadores se dejarán literalmente la piel. Como indica el título de la película, basada en la autobiografía homónima, esos años finalizan con la libertad del esclavo, que regresa con su familia, aunque luego descubrimos que el final no será precisamente feliz.

Obviamente estamos ante una buena película, que nos narra una historia triste y desgarradora, pero también muy esperanzadora, que nos enseña que de todo se puede salir, incluso cuando parece que no hay posibilidades. Las interpretaciones son estupendas, destacando sobre todo las de los tres protagonistas; el guión está muy cuidado y la música de Hans Zimmer es, como siempre, maravillosa. Sin embargo, no os voy a ocultar que la película me ha decepcionado en algunos aspectos. Y es que volvemos al mismo tema de siempre: cuando las expectativas son demasiado grandes, la decepción puede darse fácilmente. En este caso, han sido varios los puntos en los que esto ha ocurrido.

Después de venir del cine, y ante mi propia reacción y la de mucha gente que allí estaba, decidí buscar críticas de la película, y para mi sorpresa comprobé que había grandes diferencias entre las críticas hechas por críticos profesionales y las críticas realizadas por aficionados al cine que habían ido a ver la película. Los primeros se deshacían en halagos hacia la cinta, y muy pocos tenían algo negativo que decir acerca de ella;  los segundos, sin embargo, coincidían sobre todo en un adjetivo con el que se referían a la película: sobrevalorada. Y no os miento si os digo que en ese momento me quedé más tranquila, porque pensé que algo se me escapaba de la película o que soy demasiado exigente, porque no veía tampoco que esta fuera la obra maestra de la que muchos han hablado.

Ojo: ya he dicho que 12 años de esclavitud es una buena película. Lo es, pero como lo son otras muchas a las que no se les ha dado tanto bombo como a esta, tanto a nivel de críticas en prensa como de premios. En mi opinión, la película es demasiado lenta, y os aseguro que sus 133 minutos se me hicieron muchísimo más largos que los 180 de La vida de Adéle; de hecho, hacia la mitad de la película me entró una modorra que, de no haberlo impedido la vergüenza que sentía por estar en una sala de cine abarrotada, podría haber logrado dejarme dormida sin importarme demasiado el desenlace de la historia. La pesadez de la película no proviene de la historia, que es interesante y va evolucionando a medida que pasan los años para Solomon, sino más bien de unos planos tan estéticos como innecesarios que el director Steve McQueen va metiendo en distintos momentos de la cinta. Para mi gusto, se añaden de esta manera minutos de un modo completamente absurdo, que luego se notan en el resultado final, ya que ralentizan la acción que toda película debe tener para mantener al espectador en tensión. Creo que los bostezos de algunos espectadores que estaban a mi alrededor y sus caras de sueño lo decían todo: falta ritmo y sobran planos.

Ahora bien, en lo que no puedo estar de acuerdo es en decir, como he leído también, que esta es una película demasiado dura. Es lógico que si vamos a ver una película que trata la esclavitud esperemos ver escenas duras, porque para eso la esclavitud es una de las mayores vergüenzas en la historia de la Humanidad. Hacer una película blandita habría desvirtuado completamente la historia real en la que se basa la cinta, y además creo que mostrar la dureza de esta lacra viene muy bien para que nadie tenga tentaciones de decir que cualquier tiempo pasado fue mejor: no hay nada mejor para refrescar la memoria que volver a enfrentarnos con los demonios del pasado.

En definitiva, estamos ante una buena película, que es recomendable ver por lo que representa y por las magníficas interpretaciones con las que cuenta, pero que no es ni mucho menos perfecta. Así que ya sabéis, si vais a verla es preferible que lo hagáis sin esperar ver una obra maestra, porque seguro que así la disfrutaréis más y no os sentiréis decepcionados. Un saludo a todos, y, como siempre os digo, nos leemos.


4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, lo cierto es que cuando publiqué esta entrada lo hice con mucho respeto, porque veo que la película está arrasando en crítica y también que a mucha gente sí le ha gustado y le ha parecido una película perfecta. A mí no me desagrada del todo, pero no me gustan las películas tan lentas como esta, prefiero algo más de ritmo, algo que me haga mantener la intriga hasta el final. Pero bueno, ¡para gustos, colores!

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  2. Si aún no has visto, Shame, del mismo director con Michael Fassbender también, te aconsejo que te hagas con ella. Eso sí, elige un día que estés estable emocionalmente porque la pelí es un dramón de proporciones épicas. Sigue escribiendo, buen blog.
    Por cierto el mio volvió a la vida con artista invitado incluido, www.hastaque.es por si te das una vuelta por alli. Saludos.

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    1. Pues fíjate que tenía pensado verla esta semana, pero como había escrito tan recientemente sobre 12 años de esclavitud y comparten director y protagonista me ha dado un poco de miedo por poder parecer repetitiva. De todos modos la veré porque me han hablado muy bien de ella y además me encanta Fassbender. Muchas gracias por las recomendaciones, que siempre son bien recibidas. Por cierto, tu blog está genial. Un saludo.

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