domingo, 13 de abril de 2014

María y yo

Hola a todos. Hoy os voy a hablar, por fin, del documental que os comenté hace un par de meses que me había gustado tanto, cuya entrada fui posponiendo porque prefiero ir creando entradas más acordes a la actualidad (por ejemplo, la dedicada a Operación Palace, el falso documental que tanta polémica creó en su momento y sigue generando todavía, o las que escribí sobre Ocho apellidos vascos El Gran Hotel Budapest, películas que todavía están en cartelera). Así que, una vez finiquitadas las entradas más pegadas a la actualidad, hoy por fin os voy a hablar del precioso documental María y yo.

Pero antes de hablar del documental,  me gustaría hablaros de una gran novedad que presenta la página web de RTVE: desde hace unos meses, podemos acceder con un par de clicks a un extenso archivo de documentales de todas las temáticas que podáis imaginar. Hace unos meses intenté encontrar en esta página web, sin éxito, un documental que se había emitido en TVE, y me dio muchísima rabia porque quería hablar sobre él aquí y no pude, al no haberlo visto completo. Así que, si os gustan los documentales, podéis echar un vistazo en esta web y elegir según vuestros gustos e intereses aquellos que os apetezcan.

En mi caso, escogí María y yo porque recordaba su temática y la gran repercusión que tuvo en su momento, llegando a ser incluso nominado a los Premios Goya y a los Gaudí en 2011. Tenía mucha curiosidad por ver si el documental era tan especial como todo el mundo dijo cuando se estrenó, así que un domingo por la noche me puse a verlo; como ya hace algo más de dos meses desde que lo vi por primera vez, he decidido volver a verlo hoy, para poder hacer un comentario más ajustado a lo que vi y sentí al ver el documental en su momento.

María y yo cuenta la historia de María, una joven autista que se va de vacaciones a un hotel con su padre, quien vive normalmente alejado de su hija (él vive en Barcelona y ella lo hace con su madre, en Canarias). En el documental, vemos cómo es la vida de María, y cómo se adaptan a ella los suyos para intentar hacerla feliz. Además de disfrutando en el hotel, también la vemos en momentos de su vida cotidiana: el colegio, el día a día con su familia, una fiesta, etc.

El documental está dirigido por Félix Fernández de Castro, quien se apoya a su vez en el cómic homónimo de Miguel Gallardo, padre de María. Y es que uno de los aspectos más interesantes de este trabajo es, sin duda, la visión tan cercana que se nos da del autismo, ya que quienes hablan sobre él son los padres de María, que no dudan en hablar de todos los temas relacionados con la enfermedad y con su vida, incluso cuando estos son muy duros y difíciles de exteriorizar. Yo nunca he tenido contacto con una persona autista, y sin embargo creo que nunca nada ni nadie podría haberme explicado mejor en qué consiste esta enfermedad que unos padres que hablan con tanta naturalidad de un tema que les afecta de lleno, y las imágenes de una niña que, sin duda, es feliz a su manera. 

A pesar de lo que pueda parecer a priori, estamos ante una película muy alegre en general, y, sobre todo, muy tierna. La tristeza apenas hace acto de presencia y, cuando lo hace, enseguida se transforma en unas enormes ganas de seguir luchando y saliendo adelante. De hecho, hay varios momentos muy simpáticos, que te hacen esbozar inesperadas sonrisas. Además del guion, también contribuye a esto el formato del documental, ya que va mezclando escenas reales con animaciones, lo que proporciona dinamismo y resta seriedad a lo que podría haber sido una película muy dura. También la música, muy adecuada y bien utilizada en escenas que pedían a gritos una buena canción, hace posible que María y yo sea tan agradable de ver. 

Pero, sin duda, lo más destacado de María y yo son sus tres protagonistas: María, Miguel y May. María es lógicamente, la pieza central, el epicentro de la vida de sus padres, pero ellos no son menos protagonistas que ella, especialmente Miguel. May aparece menos que él a lo largo de la cinta, aunque sus aportaciones están llenas de emoción y realidad; sin embargo, Miguel aparece en la mayoría de las escenas, mostrando un amor y una comprensión hacia su hija impresionantes. Pero no penséis que son unos padres que buscan la lágrima fácil en sus explicaciones, o que intentan mostrar una realidad edulcorada. Y es que lo bonito de María y yo es, precisamente, que no hay fingimientos, sino que lo que hay es lo que se ve, tanto lo bueno como lo malo (las inadecuadas miradas ajenas y la incomprensión de algunos sectores de la sociedad, por ejemplo). Esa sinceridad y el saber plasmar las dos caras de la moneda hacen que la película rezume realidad y emoción por los cuatro costados. 

Podría deciros muchas cosas más sobre María y yo, pero no me apetece. Me encantaría hacer un análisis en profundidad sobre algunas de las cosas que aparecen en el documental, pero creo que es mucho mejor que os dejéis tentar y lo veáis, y ya si luego queréis opinar en los comentarios me parecerá estupendo. Prefiero eso a estropearos una experiencia tan bonita como es ver esta preciosa película de amor: de amor real, incondicional, eterno. Feliz Semana Santa a los que ya hayáis empezado las vacaciones, y a los que no un poquito de paciencia que todo llega. Nos leemos. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario