miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los años de peregrinación del chico sin color

Hola a todos. Antes de nada, quiero daros las gracias por esas visitas que cada día hacen que esto avance más y más. Espero que paséis un rato entretenido con cada nueva entrada, al igual que también yo disfruto con lo que hago cada vez que escribo un post. Gracias a vosotros el blog va camino de las 50.000 visitas, pero no adelantemos acontecimientos. Eso sí, ya os puedo decir que cuando eso ocurra tengo ideadas unas cuantas entradas especiales que seguro que os gustan bastante. 

Metiéndonos ya en faena, voy a reproducir uno de los pensamientos que podáis tener los lectores más fieles: "¡Otro Murakami!" Pues sí, lo siento, no lo puedo remediar. He visto este libro y no he podido evitar leerlo y, ahora, comentarlo para todos aquellos que seáis seguidores del escritor o que queráis leer algo suyo. Y ya os adelanto algo: quizás os llevéis una sorpresa con mis opiniones. Allá vamos. 


Tres características llaman la atención a primera vista: el título, largo y misterioso, tan típico del autor japonés; la portada, original y muy en consonancia con el título; y el tercero, el número de páginas (320), algo escaso para lo que Murakami acostumbra últimamente, salvo contadas excepciones.


Una vez abrimos el libro, nos encontramos de nuevo con el universo del escritor: personas solitarias, muy centradas en su trabajo, con una vida privada tortuosa, algún que otro proceso traumático todavía latente y con ciertas obsesiones que no dejan de perseguirles. En un principio, el lector habitual de Murakami se siente cómodo y familiarizado con la rara historia que va planteando el autor, y lleno de inquietud por ir atando los cabos que poco a poco nos va presentando. 

En este caso, nos encontramos con un adulto Tsukuru Tazaki, un ingeniero que diseña estaciones de tren, algo que deseó desde niño y que más o menos ha conseguido. Su solitaria vida cambia cuando conoce a Sara, una mujer de la que se irá enamorando al tiempo que ella le hace reflexionar sobre un hecho que parte su vida en dos: el drástico fin de la amistad que mantenía con su pandilla, de la que los otros miembros le echaron tras haberlo acordado así, sin darle ningún tipo de explicación. A partir de ese momento, su vida cambió radicalmente, sin volver a tener un amigo (exceptuando a Haida, que también lo abandonará) con el que contar. Gracias a Sara, Tsukuru por fin se decidirá a averiguar qué motivó el rechazo de sus antiguos amigos, encontrando en el camino inquietantes noticias. Solo así podrá enfrentarse al tiempo que le queda de vida sin verse obligado a mirar continuamente al pasado.

Como podéis ver, la historia parece, en principio, muy atractiva. Hay muchas incógnitas en el aire, y, como siempre, fantasía y realidad se mezclarán para dar forma a una novela que va atrapando al lector en sus primeras páginas. Extraños encuentros que parecen casuales y misteriosos sueños (¿o no son sueños?) vuelven a hacer acto de presencia en la prosa de Murakami, como lo hacen también sus habituales referencias culturales, siempre tan interesantes. Hasta aquí, lo normal. Ahora empieza lo que no me lo ha parecido tanto.

Personalmente, creo que hay dos partes muy diferenciadas en la novela, marcadas por la primera aparición del personaje de Sara. Hasta que Sara aparece, las incógnitas atraen la atención del lector; a partir de aquí, y pese a un primer momento de duda, la historia se va haciendo un poco más pesada, y no por culpa de este personaje, sino porque se va diluyendo por sí misma. El ritmo se va ralentizando y la intriga va quedando casi olvidada por momentos. Es cierto que cuando Tsukuru va visitando a sus amigos descubrimos cosas nuevas que van armando el puzzle que es esta historia, pero también lo es que la primera parte de la novela va perdiendo sentido, ya que hay cosas que no se explican y que se quedan en el aire. Además, la explicación del abandono a Tsukuru es muy banal y nada extraordinaria para lo que podríamos esperar de Murakami, llegando a ser bastante absurda, ya que los propios amigos no razonan su reacción apenas y se quedan en una explicación a medias que, curiosamente, sí convence al protagonista. Y es que Tsukuru es otro de los problemas de la novela: estamos ante un protagonista absolutamente conformista, que desespera al no tener ni un ápice de carácter (es lo que se suele llamar una persona sin sangre) y quedarse siempre conforme con todas las extrañas situaciones que se presentan en su vida (quizás hacia el final cambia algo por su relación con Sara, pero solo con respecto a su relación y tras haber visto a la mujer en una situación inesperada para él). Creo que esta historia pedía a gritos un protagonista a la altura, con carácter suficiente para tomar las riendas de su vida y para pedir explicaciones en los momentos más delicados de su vida, porque tal y como es Tsukuru solo se consigue lo que tenemos entre manos: una historia a medias.

Después de haber dicho todo esto, estaréis pensando si realmente recomiendo o no el libro. Sinceramente, no lo recomendaría a aquellos que nunca hayáis leído nada de Murakami, porque creo que os quitaría las ganas de leer algo más de este autor. A quienes estéis en una situación intermedia, como yo, creo que tenemos todavía muchas novelas más de este autor por descubrir que seguro merecen más la pena que esta; yo en breve me pondré a leer alguna otra obra de este autor para intentar quitarme el mal sabor de boca que me ha dejado Los años de peregrinación del chico sin color. A quienes seáis incondicionales os recomiendo que lo leáis sin demasiadas pretensiones, porque al menos para mí esta es la peor novela que he leído de Murakami, con mucha diferencia. Además, os pasará lo que a mí: veréis cosas que el autor resuelve de manera brillante en otros libros que aquí quedan totalmente emborronadas, no sé si por prisa, por desgana o por saturación.

Como veis, no estoy muy satisfecha con mi última lectura. Supongo que si el libro lo hubiera escrito otra persona me habría gustado bastante, pero para ser un Murakami me parece decepcionante porque sé que ha hecho cosas infinitamente mejores que esta novela. Espero que en su siguiente obra todo vuelva a su cauce y que me deje con mejores sensaciones que esta.

En nada volveré a escribiros, probablemente sobre la novela que estoy leyendo en estos momentos. Hasta entonces, espero que lo paséis todo lo bien que podáis y que aprovechéis al máximo estos días de otoño. Saludos.


Fotografía: http://www.tusquetseditores.com/.

No hay comentarios:

Publicar un comentario