lunes, 25 de julio de 2011

Cuánta hipocresía

Llevo desde hace dos días queriendo escribir esto, pero estaba esperando a que por fin salieran a la luz los resultados de la autopsia que le han practicado a Amy Winehouse, que según afirma la última hora del periódico El País no ha sido concluyente. Decidí esperar por respeto y porque me parece que con datos en la mano se puede argumentar mejor, pero en vista de que aún pasarán de dos a cuatro semanas para saber lo que realmente ocurrió, me he decidido a decir lo que pienso ahora mismo.

No voy a extenderme mucho sobre el enorme talento de la cantante británica, porque para eso están sus discos y sus actuaciones (de cuando estaba bien, por supuesto). Tiene un mérito enorme por haber relanzado un género como el soul, y más aún, por haberlo llevado hasta lo más alto de las listas de ventas, como por ejemplo, la española, muy poco dada a salirse de los cánones habituales en cuanto a sus números uno.

Pero todo eso ya lo sabéis. Ahora sólo quiero hacer una reflexión sobre lo ocurrido con esta artista, tanto mientras estaba viva como ahora que ha fallecido.

Todos sabíamos del abuso que Amy Winehouse hacía de las drogas (en ellas incluyo al alcohol, que también lo es, por muy permisiva que sea la sociedad con él). Soy consciente de la desesperación en la que se hallaban sus padres, que lucharon por la recuperación de su hija, internándola en varios centros de desintoxicación. Quizá si ella hubiera sido mi hija la habría arrancado de la música, sin más, y me la hubiera llevado directamente a casa. Pero no podemos hablar sin habernos visto en una situación tan sumamente difícil como es tener un hijo con una adicción tan fuerte y destructiva.

Lo que es absolutamente indefendible es la actuación de su discográfica y de sus agentes. Es increíble que en el mundo de la música se exprima tantísimo al artista y se le cuide tan poco. ¿Por qué nadie de la industria musical se interesó por su salud? Podrían haberle exigido una recuperación para grabar su tercer álbum o para organizarle una gira. Ahora que ha muerto, todos nos hemos acordado de su última actuación, en la que la cantante estaba totalmente perjudicada y apenas se podía mover sobre el escenario. ¿Quién le permitió iniciar esa gira y salir al escenario en ese horrible estado? En mi opinión, muchas de las personas que rodean a los artistas sólo están a su lado mientras estos tienen éxito, y cuando afrontan alguna dificultad, se alejan. Se olvidan de que son personas, en su mayoría muy jóvenes, que consiguen mucho dinero y que tienen muy fácil conseguir todo lo que quieran, hasta el punto de perder el norte. Es increíble que a nadie que trabaje en ese mundillo se le haya ocurrido alguna medida para evitar estos comportamientos.

Tampoco me parece bien la sobreexposición a la que se vio sometida la vida privada de Amy Winehouse. Vale, su ex marido no era precisamente una joya, pero decirlo las 24 horas del día es excesivo, y además, nadie se droga si no quiere* (o al menos, no en este caso en concreto). Decir cosas como que él la mató es, simplemente, una acusación tremenda y una afirmación totalmente inexacta. Me recuerda a cuando los chicos de 15 años empiezan a dejar de ir a clase para ir a fumar al parque y sus madres les echan la culpa a las "malas" compañías de sus hijos. Pues no, oiga, cada persona tiene su propia responsabilidad. Y más cuando pasas de los 20 años, como era el caso de esta mujer.

Pero lo que más me da que pensar es el trato que está recibiendo ahora. Antes de la tarde del sábado, Amy Winehouse era para la mayoría una drogadicta que se caía por los escenarios de medio mundo, un blanco fácil de críticas y el hazmerreír de medios sensacionalistas como el ya clausurado News of the world. A partir de que se difundió la terrible noticia de su desaparición, empezaron a surgir apelativos como "la nueva reina del soul", "una de las mejores voces de los últimos años" y demás ñoñerías. Señores, esa mujer siempre ha sido la misma, siempre ha sido una reina de la música, aunque muchos se quedaran simplemente con sus problemas con las drogas y obviaran la calidad de su música. ¿Por qué ahora, que ya ha muerto, la alabáis como si fuera el máximo icono que ha dado la música? Los mismos que antes la criticaban no cesan de comprar sus discos, hasta hacer que estos se agoten en todas las tiendas del mundo; las radios han vuelto a poner sus canciones más exitosas, después de un tiempo sin hacerlo. ¿Acaso no es la misma cantante, con idéntico talento, la viva y la muerta? Quienes se reían de sus patéticas actuaciones, ahora se declaran conmocionados por su pérdida. Quizá si la mayor parte de la sociedad no se hubiera reído de sus desgracias, esta mujer extremadamente sensible estaría hoy viva. Quizá si alguien más que sus padres le hubiera tendido la mano para ayudarla, no habría muerto el sábado. Quizá si esa artista no hubiera nacido con ese gran don que era su voz y su vocación musical estaría hoy con nosotros, aunque nosotros no lo supiéramos. Ahora quedará su voz, para que esos quienes le dieron la espalda en vida se hagan más millonarios todavía, a su costa. Una lástima. Un abrazo para esos padres que han perdido una hija tan joven.


*Con esta afirmación quiero decir que empezó a abusar de las drogas por propia voluntad; es obvio que cuando alguien se engancha ya no tiene poder sobre sí mismo para decidir dejar de drogarse. 

1 comentario:

  1. Así es, lo que más me llama la atención en estos casos, y no solo ha pasado con Amy es la falta de capacidad de un buen porcentaje de gente de disociar la obra artística de la persona en cuestión con los aspectos de su vida privada como si una cosa restase puntos a la otra, quién más, quién menos, ha leído o escuchado comentarios del tipo 'esa era una drogadicta' no con ánimos puramente informativos, si no para desacreditar persona u obra, cuando lo realmente resaltable de (en este caso un artista) es justamente su obra.

    En al caso de Amy a pesar de una carrera artística relativamente corta, su legado a 'la humanidad', lo que dejó en vida y para la posteridad va a ser muy superior a lo que será el de el la mayoría de personas sobrias, anodinas y grises que componen la población mundial, muchos de los cuales aún la señalarian con dedo acusador como yonki en plan acusación o directamente mofa. Su música seguirá siendo escuchada y aportando emociones a muchísima gente por muchísimos años...entonces, realmente la hace de menos su adicción? la respuesta es no.

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