sábado, 13 de agosto de 2011

Las cosas que no nos dijimos

Os aseguro que si estoy ahora mismo aquí escribiendo con el lío que tengo, es porque algo me ha entusiasmado de verdad.

Me compré el libro del que os voy a hablar porque quería algo ligerito entre La caída de los gigantes y Dime quién soy. Pensaba leerlo lentamente, pero me fue imposible, y en dos noches me lo acabé. Es como una droga, a medida que avanzas ya no puedes cerrarlo y ponerte a dormir.

El autor es Marc Levy, y el libro lo veréis en todas las librerías, porque está de bastante actualidad en este momento. Yo lo adquirí en una edición especial y, todo hay que decirlo, muy barata y bonita.

Hace dos noches, cuando empecé a leerlo, mi primera impresión fue que el libro era, simple y llanamente, una porquería. Los primeros capítulos me parecían terribles, verdaderamente malos. Luego, al ir avanzando la historia, sentí vergüenza de haberle dado tan poca confianza. Así que ya os aviso: el comienzo echa para atrás, pero luego el libro merece la pena.

El libro trata sobre la difícil relación entre un padre y una hija separados por su caracteres y por un hecho que marca la historia: el día en que él viaja a Berlín para arrancarla de los brazos de su entonces prometido, diecisiete años antes. A partir de ahí, las relaciones entre padre e hija quedan rotos, mientras ella encuentra otra pareja y se convierte en creadora de personajes animados. El libro empieza cuando la hija se va a casar un sábado por la tarde, hasta que se entera de la muerte de su padre y el entierro coincide con la boda, y tiene que anularla. Hasta ahí todo bien. Pero os aviso: nada en este libro (y cuando digo nada, es absolutamente nada) es casual.

Justo después de ese momento trágico, una caja enorme aparecerá en la vida de Julia, la protagonista. Y es ahí cuando entra en juego lo inverosímil: un "muñeco" igual a su padre, un androide, le da la oportunidad de estar con su padre seis días más, hasta que el androide se destruya para siempre. Juntos, padre e hija iniciarán un viaje por el mundo y por la vida de la joven, recuperando un pasado triste y lleno de reproches, pero también de buenos recuerdos. El padre tratará de compensarle por todos los errores cometidos, incluyendo la imperdonable decisión que tomó cuando decidió separarla de su prometido, un joven alemán, poco después de la caída del muro de Berlín.

Ojo. Ya he dicho que nada es lo que parece. El mejor capítulo del libro es el más breve: dos páginas en donde toda la historia cobra un sentido maravilloso y que nos hace sonreír. Eso es lo mejor de la obra de Levi: la resolución de un hecho insólito de manera sencilla, y sin embargo, espectacular. Quizá esto quede un poco ensombrecido al final por el protagonismo que adquiere la historia de amor que recuperan su hija y su anterior prometido (que para mi gusto es un poco plana y demasiado previsible), pero lo verdaderamente mágico del libro es ese momento en que la historia del padre se soluciona.

Creo que ya os he contado cosas de más. Lo mejor es que lo leáis, así, sin buscar más información de la que os he dado, para que os dejéis sorprender por esta pequeña joya llena de amor. Amor paterno-filial y de pareja. También destaca la amistad entre Julia y su mejor amigo, unidos en una circunstancia tristísima para ambos.

Y ya está, que no quiero arruinaros el enorme factor sorpresa que posee el libro. Sólo os animo a que le echéis un vistazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario