viernes, 30 de noviembre de 2012

The artist

Hola de nuevo. Vengo con algo de retraso, después de haber dicho en Twitter que iba a hacer este post tras ver el lunes por la tarde la película que os voy a comentar ahora, pero ya sabéis que tengo que hacer mil cosas y me ha tocado una semana atareada. La próxima vez, eso sí, intentaré no ser tan tajante en mis promesas sobre la fecha de publicación de las entradas.

Dicho esto, voy a comentar la película The artist, que como sabéis fue una de las revelaciones cinematográficas del año pasado, y multipremiada en la edición de los premios Oscar de este año. Siempre me había llamado la atención por su originalidad y por el éxito que ha tenido, y también porque incluso muchos de los críticos más duros han hablado tras verla maravillas de ella. Si no la he visto antes ha sido básicamente porque no me había acordado de esta película hasta el fin de semana pasado, y ya veis que en cuanto esto sucedió me puse a verla.

La cinta está dirigida por Michel Hazanavicius y protagonizada por Jean Dujardin y Bérénice Bejo, que se salen en sus respectivos papeles, aunque yo me quedo con ella por su frescura y por la alegría que es capaz de transmitir a su personaje en todo momento.

En cuanto a la historia, nos encontramos ante un actor de éxito y renombre que con la llegada del cine sonoro y la consiguiente desaparición del cine mudo del que formaba parte ve caer su fama repentinamente, además de influir negativamente en su economía el Crack del 29. En pleno auge de su carrera había conocido a una joven aspirante a actriz, que luego será una estrella de Hollywood, y la relación entre ambos irá evolucionando a lo largo de esta época convulsa para la industria cinematográfica. No estamos ante el argumento más innovador del mundo, ya que como veis es una relación amorosa, algo plana incluso, pero funciona por la efectividad de los actores y la historia que envuelve a la pareja.

Me gustaría resaltar dos momentos de la película, sin desvelaros demasiado, que considero fundamentales por distintos motivos. El primero de ellos es el modo en el que se presenta al protagonista masculino como un juguete roto de la industria, un hombre que habiendo sido una figura del cine pasa a ser casi un desconocido. Esto le acarrea serios problemas económicos y personales, y vemos como acaba refugiándose en el alcohol ante su desesperada situación. Y el segundo de los momentos del que os quiero hablar, también relacionado con lo que acabo de explicar, es en el que las pertenencias del actor son subastadas debido a su ruina. La otrora estrella se muestra vulnerable, pobre y sola además, ya que se ha divorciado de su mujer, la cual, por cierto, le odiaba, quizás por la arrogancia del hombre.

Al ser una película muda, la música juega un papel fundamental para transmitir sensaciones y emociones. La banda sonora es simplemente espectacular, y no puede adecuarse mejor a los diferentes estados por los que pasan los protagonistas. La película también ganó el Oscar en este apartado, arrebatándoselo por cierto al español Alberto Iglesias. El autor de esta banda sonora es Ludovic Bource, aunque hay que decir que este se vio envuelto por la polémica al haber utilizado extractos de la banda sonora de Vértigo.

Y cómo no, también quiero destacar el trabajo del protagonista olvidado de la cinta: el perrito Uggie, que provoca más de una sonrisa de ternura. Aunque, querido Uggie, que sepas que hay a quien le eres totalmente indiferente...




Como veis, me acompaña una crítica muy exigente... ;-) En fin, que espero que os haya gustado esta entrada y que sigáis mostrando el mismo interés que siempre en mi blog, al que ya sabéis que le dedico todo el tiempo que me permiten mis estudios y mi vida. Nos leemos.




























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