viernes, 3 de octubre de 2014

La isla mínima

Hola a todos. Vale, que sí, que tenéis razón... hoy tocaba Boyhood, pero después de ver La isla mínima tenía tantas ganas de contaros cosas sobre ella que otra vez tocará esperar. Y es que no quería dejar pasar la oportunidad de hablaros de la que para mí es, sin duda, la película española del año. Sí, Ocho apellidos vascos y (supongo) Torrente serán las más taquilleras, El Niño también está teniendo mucho éxito entre el público, pero hoy hablamos de otra cosa: de cine en mayúsculas, de gran calidad, de actores impresionantes, de historias que te llegan y que te hacen salir del cine pensando y, sobre todo, con ganas de volver cuanto antes. Vamos, que hoy hablamos de una película que no debéis perderos.

El cine para mí está siendo terapéutico en estos días algo confusos y difíciles. Antes de ir al cine estaba desanimada y sin ganas de nada, tirada en la cama peleándome con el wifi de Jazztel (¡viva R!), pero en cuanto llegué al cine se me pasaron todos los males, incluido el dolor de cabeza. Últimamente estoy yendo mucho al cine por eso, porque me relaja, me hace pensar en otras cosas, me entretiene y me parece una de las mejores y más baratas experiencias que se pueden tener un día cualquiera y, encima, no necesitas ir con nadie; de hecho, yo prefiero ir sola.

También es cierto que esta vez tenía tantas ganas de ir porque llevo meses oyendo cosas positivas sobre La isla mínima, y encima me encanta Raúl Arévalo, así que no pude resistirme, y en cuanto tuve una tarde libre me planté en la sala a ver si la película era para tanto. Confieso que tenía la sensación de que la cinta me iba a decepcionar, porque cuando algo tiene fama de ser tan bueno a veces luego te llevas decepciones. Además, había leído comentarios que la comparaban con mi adorada True Detective, por las tramas y hasta por los paisajes. Vale, hay un toque, una reminiscencia de la brillante serie de HBO, pero os prometo que se queda en eso, en un grupo de detalles que a veces te llevan a la serie, pero nada más. Ni es una copia, ni las cosas se plantean y se resuelven igual: hay dos policías que utilizan métodos muy contrapuestos y que se llevan regular, un caso muy complicado por resolver y unos paisajes muy particulares. Ahora bien, ¿esto solo pasa en True Detective? Pues eso. 

La isla mínima tiene un reparto que, per se, invita a ir al cine de cabeza: Raúl Arévalo y Antonio de la Torre tienen todo el crédito del mundo, ya que papel que interpretan, papel que bordan, y encima Javier Gutiérrez hace una actuación impresionante, que le valió la Concha de Plata al Mejor Actor en San Sebastián. En realidad creo que Raúl Arévalo tampoco hubiera sido un premiado injusto, aunque reconozco que el papel de Javier Gutiérrez tiene más aristas y es más complejo en general, y él actúa con una solvencia incontestable. Y me vais a perdonar, pero encima es paisano, así que olé por él. 

El resto del reparto está también muy equilibrado, aunque me ha sorprendido para bien Jesús Castro, que daba vida al ya famoso Niño de la película del mismo nombre. A pesar de las tortas que muchos le han dado por la otra película, creo que nadie puede negar que en esta va cogiendo tablas. No, no se va a llevar un premio mañana mismo por ninguna actuación, pero tampoco parece que, si sigue actuando, vaya a ser el peor actor del mundo. Hay que tener un poco de paciencia con la gente que está empezando, de corazón os lo digo; todos, con el tiempo y con la experiencia, vamos mejorando en nuestros trabajos, y él hará lo mismo, como lo han hecho tantos y tantos actores, nacionales e internacionales, a lo largo del tiempo. Y no, no voy a poner el ejemplo de Matthew McConaughey... vale, acabo de hacerlo. 

Pero vayamos ya al meollo del asunto. ¿De qué va una película con un nombre tan extraño? Pues, básicamente y resumiendo mucho para no estropear nada importante, os diré que los protagonistas son dos policías de ideologías y caracteres antagónicos que deben resolver un caso muy inquietante y delicado en un lugar muy particular, en el que todos se conocen y, como es común en estos casos, todos intentan protegerse los unos a los otros. Sin embargo, los horribles crímenes que van saliendo a la luz y el trabajo incansable de estos dos agentes irán logrando romper vínculos y obtener pistas y confesiones que ayudarán a ir encajando las piezas del macabro puzzle que tienen que descifrar.

A lo mejor, esta breve descripción no os llama mucho la atención, porque películas con un argumento como este hay unas cuantas. ¿Qué es lo que me hace estar tan entusiasmada con La isla mínima? En primer lugar, como ya he comentado antes, las actuaciones, que son realmente buenas. Pero no solo de grandes actores vive una película, sino que se necesita un gran guión, una buena y cuidada fotografía, un correcto dominio de los tiempos en los que deben suceder los cambios, una buena ambientación que haga de la película un gran producto visual, etc. Y sí, todo eso y cualquier elemento indispensable en una buena película, está en esta gran cinta. Es adecuada hasta su duración, porque soy de la opinión de que un thriller no debe durar demasiado, salvo que haya alguna justificación convincente para ello, y esta película es bastante corta, porque no llega a las dos horas; eso sí, con los veinte minutos de anuncios que nos tragamos esta vez no se notó tanto. Pero bueno, me alegra que las marcas se anuncien en los cines, que eso es bueno para todos, y especialmente para los que disfrutamos del cine tanto como yo. 

¿Otra virtud de La isla mínima? Que el director sabe lo que quiere y se nota. Impresionante el trabajo de Alberto Rodríguez, que ha hecho una película mejor que muchas rodadas por directores mucho más experimentados y hasta prestigiosos. Habrá que estar atentos a lo que vaya rodando en un futuro, porque precisamente eso, futuro, es lo que le sobra. Otro de los méritos de la película es el de provocar muchas y distintas sensaciones en el espectador. Había mucha gente en la sala y en distintos momentos de la película se oían risas y onomatopeyas (de asco, de sorpresa, etc.), y también conjeturas sobre quién era el culpable de los hechos que aparecían ante nuestros ojos. Creo que el mejor consejo que os puedo dar es que os compréis unas palomitas y que las guardéis para los últimos veinte minutos, y así evitaréis morderos las uñas, que era lo que estaba (estábamos) haciendo el 97% de los espectadores en esos momentos. 

Cuando sales del cine, vas pensando en las pistas que has visto durante la película, dándole vueltas a esos pequeños detalles que a veces se nos escapan. Nada más maravilloso, después de haber visto un thriller, que salir pensando en cuáles fueron los datos clave que resolvieron la trama; esa es, sin duda, una señal de que la película te ha gustado. En mi caso, salí también muy impactada, porque soy un poco blanda y reconozco que la película es durilla en algunos momentos, con imágenes tremendas e historias nada agradables. Pero bueno, pensemos en que, en este caso, es todo puro teatro, o, más concretamente, puro cine.

Me desconcierta que no hayamos querido mandar este gran producto a la lucha por los Oscar a mejor película extranjera. No sé, quizás Vivir es fácil con los ojos cerrados sea fantástica (no, no la he visto, llevo meses diciendo que la quiero ver y nunca me acuerdo, lo reconozco), pero no sé hasta qué punto puede superar a esta historia tan digna, a este producto final tan bueno, tan increíble, que callaría muchas bocas, hasta las de los mayores críticos del cine español. Que esa es otra: qué gran película para un cine del que siempre se andan quejando algunos. Claro que en España se hacen malas películas, pero también se hacen trabajos tan brillantes como este. Lógicamente, el contenido de la película y la temática pueden valorarse de manera distinta según el gusto personal de cada uno, pero lo que es innegable es que esta es una buena película, de calidad, que refleja hasta el último céntimo que se han gastado en en ella. 

No sé qué vais a hacer este fin de semana, ni durante los próximos días, pero desde luego, si os apetece ir al cine y no tenéis muy claro qué película ver, esta es una excelente opción. No perdáis la oportunidad de ver un estupendo trabajo en la mejor pantalla en la que se puede ver: la grande. De verdad que no os arrepentiréis. Un abrazo, nos leemos. 




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