domingo, 28 de octubre de 2012

Tokio blues (Norwegian Wood) - La película

Hola a todos de nuevo. Como os dije, voy a retomar ya la temática habitual de este blog, aunque mi anterior entrada ha generado un enorme volumen de visitas que nunca habría imaginado. Me alegro de que os intereséis por mí, aunque también me apena un poco que reciba más visitas algo totalmente improvisado y de menor interés que entradas que conllevan un cierto trabajo y dedicación previos. Pero bueno, lo dicho, entiendo la curiosidad y la asumo, y espero que os haya gustado la entrada anterior.

Ayer por la noche me acordé de que tenía la película Tokio blues pendiente de ver, ya que la quise ir a ver al cine cuando salió pero por diversas causas no pude hacerlo en el último momento, y como ya era tarde decidí ver el último capítulo de la serie Isabel y dejar la cinta para hoy.

Tokio blues fue la primera novela que leí de Haruki Murakami, y ni siquiera la compré, sino que se la cogí a mi madre en un período en el que no tenía ningún libro por leer. Me enganchó tanto y me pareció tan buena que a partir de ahí empecé a leer una novela de este autor tras otra, hasta hoy, cuando, como sabéis, es mi escritor favorito. Esto explica que tuviera bastante respeto por ver la película, por si la adaptación no me gustaba, y también un gran interés por ver cómo se plasmaría esta obra en el cine. Os adelanto que el resultado ha sido bastante bueno en general, aunque con matices.


En este caso, nos encontramos ante una película japonesa de 2010, dirigida por Tran Anh Hung y protagonizada por Kenichi (o Ken' ichi) Matsuyama (somos casi tocayos, por cierto ;-)), Rinko Kikuchi y Kiko Mizuhara. Y aunque no sé si es por ser una película japonesa o por la atmósfera que tiene que recrear debido a la historia que refleja es una cinta muy peculiar en su factura, que no recuerda a películas americanas o europeas de gran presupuesto.

La historia empieza con el protagonista masculino llegando a un aeropuerto y escuchando por casualidad Norwegian Wood, de The Beatles. Esta canción provocará un viaje a su pasado, más concretamente a la década de los sesenta y al comienzo de su carrera universitaria. A las típicas dudas propias de la edad se le suman conflictos de mayor envergadura, como el suicidio de uno de sus mejores amigos. A partir de ahí, se verá envuelto en un triángulo amoroso lleno de problemas y con tintes trágicos. De fondo, aparecen las revueltas estudiantiles de Tokio en esa época, los choques entre tradición y modernidad, las ambiciones y aspiraciones de algunos personajes, etc. No me gustaría extenderme demasiado en hacer un análisis de la obra, porque me parece mucho más interesante hablar de otros elementos importantes de la película.

De la cinta quiero destacar su impecable factura y su fotografía, que me parecen muy coherentes con lo que uno se imagina al leer la novela en la que está basada. Es evocadora y en algunos momentos parece una ensoñación, algo que creo que está muy presente en toda la obra de Murakami. También creo que la adaptación es correcta y bastante fiel, y que intenta destacar ciertos momentos importantes del libro, algunos con mayor fortuna que otros. La película es bastante entretenida y el final es muy impactante, consiguiendo acabar en un momento álgido que hace que las sensaciones positivas estén por encima de las negativas.

Pero esto no implica que no haya elementos mejorables. Y es que los primeros veinte minutos de la cinta se me hicieron bastante tediosos, faltos de ese ritmo propio de la prosa de Murakami. En  mi caso pudo más la curiosidad que el aburrimiento, pero entendería que alguien dejara de ver la película o se quedara dormido en el intento. Cuando los primeros minutos de una historia no atrapan, el interés decae considerablemente, como es lógico. Otro fallo que encuentro es la exagerada poesía que se aprecia en algunos momentos de la película. Es cierto que en este caso hay una correspondencia con el libro, pero a mi modo de verlo la cinta se recrea demasiado en ese lirismo que aunque en el libro no queda exagerado en la película sí se puede percibir así. Ese lirismo tan acusado resta agilidad a la trama, con escenas prescindibles que no hacen más que servir de relleno y aburrir en algunos momentos al espectador. Como consecuencia de esto tenemos el otro gran fallo de la película: se hace larga para lo que es la historia. No sé si tenéis en mente una aproximación del número de páginas de la novela,  pero podéis creerme si os digo que no es excesivo en ningún caso. Y si en el libro ocurre esto no tiene sentido que la película se haga más pesada, porque además tiene elementos más contundentes y rápidos de los que puede tener un texto.

A pesar de todo, me parece una película interesante y bastante recomendable. Creo que funciona como complemento del libro, pero que siempre hay que leer primero Tokio blues y luego pasar a ver la película, porque todo se desarrolla mejor en la novela. Si os ha gustado esta, muy probablemente lo haga también la película, porque tiene partes que merecen mucho la pena. Lo que sí que no os recomiendo es que veáis la cinta sin haber leído en libro, porque los defectos que tiene os formarán una mala opinión del libro que este no se merece, y porque además no es especialmente entretenida, ya que está hecha para verla pausadamente.

En definitiva, me ha gustado ver la película pero siempre teniendo la referencia de ese maravilloso libro que leí ya hace unos cuantos años y que me dejó tan impactada en su momento. Mi consejo es que os acerquéis tanto a la novela como a la película, aunque si tenéis que elegir una sola os recomiendo el libro sin dudar. Estaréis ante una historia tan delicada y llena de matices que os empujará a ver la película y a leer otros libros del autor. Espero que os haya gustado esta entrada y que sigáis mostrando el mismo interés que siempre. Nos leemos.

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